El planeta está constituido, como un rompecabezas, de 17 placas tectónicas en constante desplazamiento, introduciéndose unas debajo de otras mediante un fenómeno denominado "subducción", el cual genera actividad volcánica y sísmica debido a la energía liberada.
La actividad sísmica tiene su origen sobre el plano de contacto entre dos placas, lugar en el que se forma una falla geológica, que puede llegar a tener una longitud hasta de 1 000 kms. y alcanzar los 30 ó 40 kms. de profundidad. Este tipo de falla existe a lo largo de la costa del Océano Pacífico, donde las diferentes placas que forman el lecho del Océano se subducen hacia los continentes Americano y Asiático.
Por otro lado, al penetrar una de las placas cada vez más profundamente en el interior de la tierra, ciertos minerales se funden (debido a la presión y temperatura), formando magma que asciende a la superficie y genera las cadenas volcánicas que acompañan a las zonas de subducción.
En el caso de México, existe una zona a lo largo del Océano Pacífico que abarca desde las costas de Jalisco hasta la frontera con Guatemala, en la cual se subduce la Placa de Cocos, que forma el piso oceánico del Pacífico mexicano, en la Placa de Norteamérica, con un desplazamiento promedio de siete centímetros al año. El movimiento relativo entre estas dos placas no es constante e ininterrumpido sino que se lleva a cabo por desplazamientos súbitos en la zona de contacto.
Cada vez que se acumula energía suficiente en un cierto segmento de la falla, ocurre un desplazamiento que puede llegar a ser del orden de uno a tres metros, originándose un sismo. En algunas partes de la costa mexicana, como ciertas zonas de Oaxaca y Guerrero, por ejemplo, los grandes sismos parecen repetirse aproximadamente cada 35 ó 40 años; éste parece ser el lapso necesario para acumular suficiente energía capaz de generar un terremoto.
Cuando en alguna falla tectónica hay ausencia de sismos durante mucho tiempo, esto es indicativo de que en esa región hay una acumulación importante de energía que se liberará irremisiblemente a través de un terremoto o de una secuencia de temblores de magnitud importante.
En el caso de la costa de Guerrero, existe un tramo de 200 kilómetros en el que no ha sucedido un sismo fuerte desde 1911. En cuanto a las costas de Michoacán, el terremoto ocurrido el 19 de septiembre de 1985 tuvo su epicentro en Lázaro Cárdenas con una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter. El 30 de septiembre de 1999 se suscitó en las costas de Oaxaca un sismo de 7.4 grados con repercusiones en algunos estados de la República Mexicana y en el Distrito Federal.
La Ciudad de México, por el grado de deterioro que presentan muchos de sus edificios, principalmente en el Centro Histórico, y por la diversidad de tipos de subsuelo, es altamente vulnerable a los sismos, por lo que a partir de los ocurridos en 1985 se empezaron a tomar medidas en el ámbito nacional para prevenir o disminuir los efectos de los desastres, tales como la demolición de construcciones deterioradas, actualización del Reglamento de Construcción y la creación del Sistema Nacional de Protección Civil.
Respecto a la diversidad de tipos de subsuelo sobre los que se encuentra la ciudad de México, existen estudios sobre "Uso de suelo", con los riesgos inherentes a los mismos, que están a disposición de todos los ciudadanos y se encuentran en las Delegaciones Políticas correspondientes a la zona de nuestro interés, por lo que recomendamos que antes de adquirir un bien inmueble los consultemos para evitar adquirir riesgos innecesarios
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